Muchas veces imagina una violación. Aunque no es este el caso. Piensa en un forcejeo violento, o en un miedo paralizador, suele intentar adecuarse al humor de él. La verdad es que en general son variaciones de unas pocas fantasías ¿le falta imaginación? Tampoco su madre le inspira mucho, nunca le ha dejado demasiada libertad, ni siquiera se atreve a imaginársela fuera del personaje que ella vende, o que ya es. Las variaciones suelen venir por parte de su padre, aquí la libertad es casi total. No lo ha conocido, y ella nunca le ha dejado saber nada de él. No ha habido fotos, ni conocidos. Nunca han vuelto las dos a la ciudad.
Muchas veces ocurre en los baños de la oficina, o las oficinas. El jefe, o un compañero. Prefiere imaginar al directivo, no sabe si enamorado pero sí desesperado, despechado, descontrolado después de tanto tiempo tras ella, esperando pacientemente, insistiendo amablemente, creyendo ver algo de correspondencia en sus ojos, o en su sonrisa, o en su forma de reír o de andar. Sintiéndose humillado, tanto tiempo jugando con él, el orgullo herido, en carne viva, desnudo ante toda la plantilla. Y ella sorprendida, desconcertada, sin fuerzas para reaccionar con suficiente determinación. Como perdida en un barrio ajeno y viejo, sin poder elegir una calle en concreto, andando a tumbos, mirando atrás, a las bocacalles, a los viandantes amenazadores, sin acercarse a nadie ni en ninguna dirección. Temblando. Sudando. Mordiendo la mano, fuerte, pero sintiendo a la vez la carne, tibia, contra la lengua.
Muchas veces se siente incluso halagada, cierta vaharada de comprensión, mezcla de cariño maternal y una palpitación vanidosa que le produce un escalofrío de excitación y remordimiento que intenta desechar proyectando todo su odio contra el hombre que la obliga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario