engendramiento

Nunca sabrá cuáles fueron las circunstancias de su fecundación. ¿Follaron sus padres con la idea de tener descendencia? ¿Follaron siquiera? Puede imaginar perfectamente a un joven sano masturbándose en un cubículo de alguna clínica de fecundación, aunque no le hace mucha gracia.

Siempre le asaltan este tipo de pensamientos cuando lo hacen sin protección, y le crean cierta desazón. Pero sabe que, de momento, las cosas no van a cambiar. Para bien ni para mal.

Así que retoma su ensimismamiento (rítmico y sudoroso) con una nueva versión de su concepción. Esta vez pensará en algo excitante, más vale tener luego la noche en paz.

Aunque nunca lo sabrá, esta será la versión que más se acerque (de hecho casi asusta cuánto se parece) a lo que sucedió de verdad.

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