Pero no es este el caso.
Ahora se fija en la cara de él. Eso vuelve las tornas. Siempre hay una vulnerabilidad en la expresión que, a pesar de todo, en cualquier caso, le otorga cierto control de la situación. Y aunque no siempre es recomendable mirar a los ojos, ahora puede detenerse en ellos y perderse en su baile paralelo. El brillo gemelo de las córneas no es más que el reflejo líquido del oscuro vacío de dos esferas huecas y ridículas, seguirlo es como seguir el universo en un oxímoron de vértigo serenante.